JESUS SANA A UN LEPROSO
40 Y vino a El
un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo: “Si quieres, puedes limpiarme.”
41 Movido a
compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó, y le dijo: “QUIERO; SÉ LIMPIO.”
42 Y al instante
la lepra lo dejó y quedó limpio.
43 Entonces
Jesús lo amonestó severamente y enseguida lo despidió, 44 y le dijo: Mira, no
digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo
que Moisés ordenó, para testimonio a ellos.
45 Pero él, en
cuanto salió, comenzó a proclamarlo abiertamente y a divulgar el hecho, a tal
punto que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que se
quedaba fuera en lugares despoblados; y venían a El de todas partes.
MARCOS
1:40-45
COMENTARIO
Mientras
predicaba en Galilea, un leproso, que obviamente había oído hablar de los
poderes sanadores de Jesús, creyó en Él, se acercó al Señor Jesús y le pidió
humildemente que lo sanara.
Lo reconoció
como Señor, porque le habló sin dudar de sus milagros, sino rogándole de
rodillas que tuviera piedad y lo liberara de esta esclavitud de la enfermedad,
con la total convicción de que Jesús podía hacerlo si quería.
En su eterna
misericordia, Jesús dijo: “Quiero”, expresando su deseo de que el leproso deje
de sufrir. Jesús lo sanó de inmediato y sin esfuerzo ni ritual alguno,
simplemente porque tenía el poder para hacerlo y por su propio deseo.
Jesús también
tocó al hombre antes de sanarlo, mostrando su poder sobre la Ley que prohíbe a
un hombre tocar a un leproso (Lv 13:46), pero también para mostrar que Él lo
amaba y no lo rechazaba como un indeseable.
Jesús le dijo al
hombre sanado que no difundiera la noticia, lo que indica que se conocieron en
privado. Esto causaría conmoción, pero sin embargo, Jesús envió al hombre a
ofrecer las ofrendas prescritas por la Ley (Lv 14: 4-10) por su sanidad, para
que los Sacerdotes de Dios pudieran declararlo oficialmente "limpio".
Esto demostraría
la realidad de la curación de Jesús como veraz y, por lo tanto, se convertiría
en un testimonio para estos ministros del templo.
Sin embargo,
lleno de gozo, el hombre no pudo contenerse y le contó a cada persona que
encontró en el camino acerca de su curación, tanto, que la multitud siguió a
Jesús en gran número, y su fama se hizo más fuerte.
Omar Flores.
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